Cuando llegó la hora de marcharnos yo sentÃa una inmensa angustia por no haber sido capaz de decirle absolutamente nada de lo que tenÃa en mente, y según nos acompañaba a la puerta de la casa me derrumbé y me puse a llorar como un bebé. La abracé con fuerza y no puede decir ni adiós, sabÃa que no volverÃa a ver nunca. Luego, al dÃa siguiente, Pura me escribió un mensaje: Guardo tus lágrimas en mi corazón. 143
Comprendà asà que fue esa incapacidad para hablar y mi estadillo final la manera en que logré decirle lo que de verdad habrÃa querido decir. 144
Yo querÃa contarle a Pura todo lo que he rumiando aquÃ, necesitaba decirle hasta qué punto todo lo que me habÃa dado ha resultado importante en mi vida, hay deudas que solo podemos aspirar a saldar expresando gratitud y gente a la que no podemos dejar ir sin decir adiós y gracias. 143
TenÃa los pies llenos de ampollas... Pritchard y Gaunt intercambiaron miradas. En las trincheras, el estado de los pies de alguien solÃa marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Gaunt sentia admiracion confusa por los objetores de conciencia, sospechaba que eran mas valientes que él, pero a la vez no podÃa evitar guardarles rencor. Ellos, al menos, sobrevivirÃan a la guerra. 298
A veces se es mucho mas fuerte cuanfo se es mas debil, Niza.
Entre el entonces y el ahora estaban su amor, su matrimonio, Moscú y los innumerables instantes y sensaciones que yo no habÃa compartido con ella, las experiencias que habia acumulado sin mÃ.
- Y, si no sabes quién eres, escoge el más imposible de entre todos tus yoes posibles y convierteté en él.