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De nuevo la destreza de Stefan Zweig para el retrato y su finísima comprensión del alma humana se unen para dibujar un cuadro extraordinario de la más famosa víctima de la guillotina: su tormentosa llegada a Versalles, la frustración ante la frialdad de su esposo, su apasionado romance con el conde Von Fersen y, finalmente, el caos y el terror que la revolución trajo consigo.María Antonieta, de la casa austríaca de los Hasburgo se casó con el Borbón Luis XVI merced a una boda de estado que buscaba la alianza de estas dos importantes monarquías europeas. Sin embargo fue un matrimonio desapasionado, que durante años no se consumó y que tardaría en traer descendencia. Durante los mismos la joven princesa primero, y reina después, llevó una vida frívola y despreocupada, atareada exclusivamente en sus preocupaciones que no eran otras sino el puro entretenimiento. Esta vida disoluta acompañada del atolondrado gobernar de su marido acabarían proporcionandole la mala fama que finalizaría con el descontento y antipatía popular, cimientos de la revolución francesa. Sin embargo este libro no se dedica a un análisis histórico y político exhaustivo como podría parecer. La biografía de María Antonieta es el seguimiento con lupa de la vida de este personaje histórico enmarcado en las cortes de Versalles, pero no de una forma novelada o "cinematográfica", sino más bien su evolución psicológica, y esto resultará a la postre mucho más interesante y atractivo de lo que inicialmente podría confiarse. De hecho es lo primero que sorprende del libro, pues se esperaba otra cosa tal vez, y esta explicación pormenorizada de su comportamiento y ambiciones -o mejor dicho, la ausencia de las mismas- resulta lenta en un principio, pero una vez hecho el lector a este estilo, resultará adictivo. Y la segunda sorpresa que nos reserva Stefan Zweig es el logro de que nuestra histórica protagonista, incapaz de despertar simpatías por méritos propios, nos atrapará en un inesperado acto de empatía en la etapa final de su existencia, hasta el punto de lograr convertirse en una novela excepcionalmente conmovedora. Seguramente el autor sentía debilidad, o al menos algún nostálgico cariño, por su compatriota, y logra trasladar ese sentimiento a través de sus páginas, llevando al lector a vivir un expectante y emocionante final.